viernes, 12 de abril de 2013

CALI: LA CIUDAD FASCINACIÓN



CALI :  LA CIUDAD FASCINACIÓN

Autor: Guillermo Pulecio Corredor

Cuando se pregunta sobre que piensa de Cali en otro lugar del país se empieza  ha desbordar la mas variada interpretación fantástica del sentimiento sobre esta ciudad y puede escucharse cosas como que es una “ciudad muy bella”, que sus “mujeres son muy hermosas”, que es ciudad de gentes alegres en la que solo se vive para la fiesta : “me gustaría ir a Cali a rumbear” se escucha con frecuencia, es decir, ir a liberar sus espíritus de bohemios y bailadores ; algunos piensan aún que es una ciudad deportiva dotada de excelentes escenarios, los mas intimistas recuerdan que después de un día cálido no hay mayor fascinación que la brisa acariciadora que baja de sus cerros a partir de las 3 de la tarde. Que la imagen mas representativa de la ciudad en sus recuerdos es la eterna postal donde aparece la Ermita, pero, que no se pueden imaginar a la ciudad sin los cerros tutelares de Las Tres Cruces y Cristorey, y sobre todo sin el Río Cali. Cuando se habla con la gente sobre que piensa de Cali no se puede hablar sino en lenguaje de evocación de lugares y paisaje.

Dentro de la ciudad,  entre sus moradores, se piensa que hay civismo ciudadano, que ha sido pionera en proyectos demostrativos como la Terminal de Transportes y el Campus Universitario, que por decisión de autoridades municipales se ha llevado la formación  artística a las franjas menos favorecidas de la población con el Instituto Popular de Cultura y el Instituto Colombiano de Ballet,  que por primera vez se creó y se puso a andar una Corporación para la Recreación y el Deporte Popular, que el ciudadano común está acostumbrado a guardar la fila para tomar el autobús, que se cuenta con una de las ciudades mas arborizadas, que “la Torre de Cali” se piensa que es el edificio mas alto de Sudamérica, que la “calle rosa” de la ciudad es la  Avenida Sexta, que a los intelectuales se les puede encontrar en los Cafés de Los Turcos, y que el balneario del río Pance, ahora “Parque de la Salud”, a distancia de autobús urbano no tienen igual en el panorama nacional. Que muchos amamos a los Farallones en secreto, porque en sus faldones, acantilados y cascadas entre la vegetación espesa y recóndita,  se sospecha y se cree que habitan las prístinas deidades protectoras y creadoras de la vida de la ciudad. Dicho y rumiado lentamente lo anterior, con un egocentrismo amoroso por quienes habitamos aquí, en la ciudad de los mil nombres, bien llamada en otrora la “Sultana del Valle” o la “Sucursal del Cielo”, mas recientemente fue la “Capital deportiva de América”, “Cali la Bella” o “Cali Pachanguero” y que, últimamente se cree desde el punto de vista oficial, es la “Ciudad de los siete ríos”.

Cuando se piensa en esta ciudad también se añora la ciudad del recuerdo, no hace mas de treinta años era un pueblo con sus personajes típicos y sus lugares de encuentro, no se puede olvidar que existieron personajes tan propios y tan importantes para la alucinación colectiva y estrafalaria como fueron “la reina Jobita”, “Pacho saco”, el cuentero de la exageración y sobador “Riverita”, de los travestidos “La Mirla” y “Botello”, del limosnero “Guerra” y mil mas que no fueron registrados ni percibidos por la pintura y la literatura urbana, tan propios como “La maceta”, el Champús” y el “pandebono” ;  de lugares desaparecidos como el “charco del burro” (hoy La Tertulia), el viejo obelisco, el Hotel Alférez (hoy el parquecito de los Poetas), la Gobernación de San Francisco y el  batallón del Paseo Bolívar  (hoy el CAM) que fueron demolidos en aras del “progreso” de la ciudad. Como olvidar que se tejía una cultura para aprende a amar este terruño cuando refiriéndose a sus límites y a la fuente de progreso económico en las ferias se pasaban consignas como ¡Viva Cali, chipichape y Yumbo !  ¡Cali es Valle, lo demás es loma ! con un orgullo inocente, con las ganas de que la fiesta se hiciera interminable. Claro que era posible esa alternativa y  se cantaba “del puente para allá Juanchito, del puente para acá es Cali”  y en efecto se podía amanecer en Candelaria. Una ciudad del recuerdo donde la mayoría de los habitantes teníamos algún tipo de relación con el Centro de la ciudad, hoy en día se puede vivir satelitalmente y prescindir de la autoidentificación con esos hitos contenidos en el centro viejo de la ciudad, hoy existen uno o varios centros por comuna en una tendencia a la dispersión permanente, trazado desde los años setenta por los planificadores cuando se propuso como estrategia la creación de polos de desarrollo para hacer ciudad desde este punto de vista funcional.

jueves, 21 de marzo de 2013

EN LAS MONTAÑAS AZULES

e

EN LAS MONTAÑAS AZULES, (poemas escritos a principios de octubre de 2012)
Por josé carlos vinasco*


1
UN ADIÓS DE VIAJERO

Un Recuerdo,
                          Un vacío,
Un adiós de viajero,
                         Un adiós peregrino,
En la ola a mil distancias,
Pasos idos en las horas,
Con sus silencios que gritan,
Alejándose cada vez  más
Como si nada,
                          En la noche,
Fugados, fugaces,
Precisos, preciosos,
Maravillados,
                          Extraviados.


2
CAMINAMOS SOBRE EL CÉSPED

Caminamos sobre el césped,
Y debajo están los muertos,
No puedo mirar al cielo,
Solo al verde, al prado verde.
¿Y quiénes están debajo?
¿Quiénes en la tierra marchita?
Aquel cuyo rostro pude ver otro día,
Aquella muchacha suelta y bella
Que me habló una tarde perdida
Y tantos otros,
Tantos que se fueron,
En un atardecer sin nubes,
Que vivieron entre las rosas,
Y vieron la fresca mañana,
A quienes el rocío cubrió luminoso,
El alba de un día cualquiera,
Ellos que con sus manos
Echaron atrás su cabellera,
Jugaron con las charcas,
Mas nunca vieron el prado, el verde prado,
Ni la hierba…

3
SOY UNA GAVIOTA

Soy una gaviota,
Una gaviota marina
Y picoteo la ola,
A la orilla de los crepúsculos.
Una gaviota sin luz,
Con alas mojadas,
Impregnadas de sal,
Sin plumas, sin canciones.
Veo al velero zarpar,
Desde la alta nube,
Y siento en los labios
El ardor de los ensueños
Que bajan y titilan
Como luces fugaces
En la noche vacía.
Soy una gaviota,
Una gaviota marina,
Que abandonó sus alas,
Dejándolas como restos
En la playa,
En la playa perdida.
Soy una gaviota,
Una gaviota sin ojos,
Una gaviota ciega…


4
MIS BRAZOS NO ESTÁN CANSADOS

Mis brazos no están cansados,
Sépanlo de una vez,
Pese a mis jóvenes años,
No tienen fuerza,
Los dedos aprietanpero poco,
Igual ocurre con mi rostro.
No tengo fuerza,
No soy fuerte,
Soy débil como cualquier enfermo,
Que ya no mira el retrato de la pared,
Ni quiere ver su mirada en el espejo.
Mi cuerpo no es digno de Whitman,
Y poco importa serlo,
No tengo un cuerpo eléctrico,
Que afortunado!
Apenas muevo una ceja,
No se que es la luz,
Ni me importa saberlo,
A tientas, tambaleante,
Casi sin pararme,
Y lento, lento, muy lento,
Solo tengo presente
Que mis sueños de amor
Nunca se fueron…


5
EL SONIDO DE LA ARMÓNICA

El sonido de la armónica
Inunda el salón, y gira.
La lámpara en la mesa
Con luz tenue, vigila.
El músico aprieta sus labios,
Muerde el metal
De la caja de música…
Que revienta y estalla
A borbotones.
Los párpados han cerrado los ojos,
Mientras brillan luces en sus manos,
Los agudos sonidos vuelan,
Como ágiles luciérnagas,
A la inmensidad del viento,
Para tocar el último rayo de sol
En el sombreado octubre.
Es la única canción
Sobre la tierra
Nadie la escucha
Y el músico esta muerto.


6

LOS DIAS DE DOLOR PASAN

Los días de dolor pasan,
Con sus silencios dormidos…
En las montañas azules,
El alba desciende,
Como una menuda bailarina,
Iluminada por las opacas
Luces del proscenio.
Alguien deja su mirada
En la pared rojiza
Y sus ojos apenas son
un murmullo en la oscuridad
Un pájaro corta el aire
Con sus alas de colibrí,
Y brilla en pequeños relámpagos
El pelo que cubre tu frente,
Telaraña de hielo,
En un bosque perdido.
No hay nada en el mundo,
salvo los días,
Aquellos en que jugabas
Con tus manos,
Y cogías de la tierra
La sombra, la sombra de mis pasos.


7
EL RELÁMPAGO ABRE LOS SUEÑOS

El relámpago abre los sueños,
La luz entra en mis ojos coloreados
Que se desplazan
Al crucial sol de mis encuentros.
Pero en esta diminuta Inmensidad
Algo se opone,
Algo dice no a la golondrina,
La palabra se ahoga entre sus signos,
Pero es mas fuerte el rechazo
Que una lluvia de hielo,
Sobre mis hombros,
Como si no existieran las flores
En los jardínes,
Pintadas por la brisa,
Y matizadas por el sol.
La luz entra en mis ojos,
Idos, perdidos, inexistentes,
Ajenos al color, muertos, muertos.


*José Carlos Vinasco, es abogado, poeta, escritor y periodista bloguero alternativo.  Pueden escribirle al email latinomar77@yahoo.com