viernes, 17 de julio de 2015

SER O NO SER...esa es la cuestión




¡SER O NO SER! Esa es la cuestión.
Por José Carlos Vinasco Gamboa

Fuente: Revista Juglar Año 2 No. 3 Junio de 2015

Sí, hay teatro, representaciones, grupos, festivales y eventos, máscaras, zancos, en grandes y pequeñas salas, en las calles, parques y plazas, se juntan, se paran, elevan y caen.  El teatro vive su drama, como nunca antes, no sabe qué hacer, pero hace, no sabe qué decir, pero dice, no sabe que contar, pero cuenta. Pasa como una sombra, desaparece entre telones y vuelve con el rostro cambiado.   Un gesto teatral, el cuerpo del actor, los movimientos que pueblan la escena, se abren paso entre los signos de una época terrible, sobrecargada de historia, autodestrucción y muerte.  El actor es consumido y devorado por la purulenta vida social donde es atrapado y desahuciado al mismo tiempo, pero lucha, porque sabe que el ser o no ser del arte teatral es la pesadilla que lo atormenta desde Shakespeare, aunque hoy con un sentido diferente.  El ser o no ser del teatro contemporáneo abarca una problemática de una magnitud crítica superior a la de épocas precedentes, por ejemplo, desde principios del siglo XX, con el auge del cinematógrafo, se anunció la muerte del teatro, pero pronto la evidencia demostró su tremenda vitalidad y sobrevivió a esos augurios.  Las artes escénicas, en el mundo global del mercado capitalista, sucumben y se deterioran, `porque el desprecio por lo humano alcanza dimensiones indecibles.  Actores y actrices, periodistas y escritores, son comprados por el mercado capitalista y se transfieren al infecundo mundo del entretenimiento, donde se ahogan los pensamientos, las ideas y la creatividad.  El capitalismo mella el filón revolucionario de las artes escénicas.  No obstante, el teatro reaparece, vuelve a retomar el tiempo perdido, los actores retornan, ¿tienen historias qué contarnos? ¿Tienen algo para decirnos? 
En otras palabras, los nuevos relatos ¿surgen del teatro preexistente?  ¿Imitamos a Shakespeare, Lope de Vega o Bertolt Brecht? ¿O retomamos a Sófocles o Eurípides? ¿Contamos las mismas historias adaptadas a un mundo diferente?
Los relatos contados por el teatro desde la Antigüedad griega hasta nuestros tiempos surgían de aquellas sociedades, de lo profundo de sus culturas, de su mitología, de su historia concreta, de sus creencias. Edipo Rey no es posible sino en aquella sociedad  donde lo humano y lo divino no están en conflicto, donde la polis es divinidad, la contradicción entre Religión y Estado,
que aparece solamente en el mundo moderno, no ocurría en el mundo Antiguo.  . Edipo debe investigar el crimen de Layo para aplacar la furia de los dioses que han enviado la peste sobre Tebas y finalmente, el destino trazado por el oráculo de Delfos se cumple inexorable; Edipo, sin saberlo, da muerte a su padre para luego casarse con Yocasta, sin sospechar que era su madre. Descubierta por Edipo la verdad, luego de interrogar a los testigos, entre ellos el ciego Tiresias, conocedor de las razones de la peste y los terribles designios del oráculo, Edipo se arranca los ojos y emigra al destierro.  Este vigoroso relato, con personajes que hacen brotar la vida a borbotones, es comprensible solo en ese contexto del cual surgió y como la luz de una estrella que ha explotado hace miles de años, llega hasta nuestros días porque a pesar de provenir de un mundo ya desaparecido, algo dice a los hombres de nuestro tiempo, algo se desgarra desde allá y nos toca y nos hiere, que está presente en la humanidad y que nos es común que es el elemento revolucionario que le permite a los relatos poéticos trascender a su origen y a su tiempo, el pasado siempre tiene algo que decir a los hombres del futuro que preservan en su memoria los momentos luminosos de sus luchas, sus grandes preocupaciones, sus victorias y sus derrotas, las decisiones que hay que tomar, como arrancarse los ojos o enfrentarse a la muerte.
En tiempos más recientes, Nicolás Maquiavelo irrumpe en el escenario de la filosofía y establece la ruptura con el mundo medieval, hace estallar las tradiciones teológicas, define con claridad el objeto de la Política y la inaugura como ciencia y fecunda el mundo cultural en todos los ámbitos al punto que el libro preferido del dramaturgo Inglés William Shakespeare era El Príncipe y su lectura fue influyente y decisiva en la aparición de sus grandes dramas históricos, Ricardo III, Hamlet, El Rey Lear, Otelo, etc.  Estos relatos eran fruto de las profundas transformaciones culturales dadas en aquellos tiempos, que permitieron la formación de estos grandes artistas, así como Leonardo y Miguel Ángel fueron posibles gracias al renacimiento italiano.  El teatro construyó sus relatos siguiendo la tradición de la juglaría de la baja edad media, sustanciada de crítica y burlas a los curas, príncipes y cortes de aquellos tiempos, permitiendo la aparición del teatro popular en la tradición de Lope de Vega, Calderón de la Barca y muchos otros.
Bertolt Brecht aparece en los tiempos del desorden, la insensibilidad, el crimen y las guerras más destructivas y masivas jamás antes existentes, busca ser sabio y se nutre de pensamientos marxistas, como Shakespeare se había nutrido del pensamiento avanzado de su tiempo. Brecht toma partido por los trabajadores, inmigrantes, por todos aquellos cuya suela de los zapatos se desgasta más huyendo de la guerra en los tiempos de la lucha de clases y en la esperanza que algún día el hombre será el mejor amigo del hombre.  Unidos por un poderoso hilo en la espiral del tiempo,  Shakespeare en los albores del capitalismo y la violencia propia de la acumulación originaria que le tocó vivir y Brecht en los tiempos del imperialismo, la conquista de territorios y la devastación generalizada por la guerra mundial con millones de víctimas sembradas en La Tierra Baldía, despuntan obras esclarecedoras como  Cabezas redondas y Cabezas puntiagudas, La Madre, Madre coraje, El círculo de Tiza Caucasiano, los fusiles de Teresa Carrara, las queno hubieran sido posibles sin el mundo cultural introducido por el marxismo como expresión cualificada de una visión del mundo, filosofía y praxis del movimiento obrero contra el Capital y todas sus formas de explotación, caos y destrucción de la vida humana, que garantiza a la clase burguesa internacional la tasa de beneficio a favor de un puñado de archimillonarios que actúan contra la humanidad para salvaguardar sus atroces negocios por los que desatan toda clase de crímenes, sin detenerse.
Vivimos tiempos terribles. Los hombres son devorados por lo que consumen y atrapados en los mercados globales, el capitalismo busca avasallar todas nuestras vidas y apoderarse de nuestros cuerpos,  Los nuevos relatos poéticos y teatrales surgen de allí como expresión de la resistencia y de la lucha.  Los niños de la Franja de Gaza, ven su escuela destruida por los mísiles del sionismo israelí, ¿no ameritan una historia, un relato?  La anciana de 85 años, víctima del desahusio fruto de la crisis, por una deuda con el banco por avalar a su hijo, ¿No es acaso una tragedia que puede y debe apropiarla el teatro?? Piensen en seis furgones de Policía que llegan al lugar para desalojarla, tal como ocurrió, ¿debe esto pasar inadvertido para los dramaturgos y gentes del teatro?
 La historia de Ángel Miro, un aldeano colombiano al cual la Alcaldía le entregó un lote a la orilla del río que bordea el pueblo y le dio dinero para que hiciera una casa, que por ser tan poco sólo pudo construirla de cartón con plásticos y baldosas colocadas sobre el piso de tierra, y a los siete meses de estar allí, viviendo del río como arenero, esa misma alcaldía da la orden de desalojo, y para hacerla efectiva, una mañana, muy temprano, cuando apenas los moradores despertaban  aparece el SMAAD, grupo antidisturbios, otro de antiexplosivos, el de antinarcóticos, miembros de la Policía Nacional, funcionarios civiles de la Alcaldía del municipio, que lo apresan y lo someten con su familia y luego, al final del operativo, hacen aparecer como si fueran magos, unas municiones para llevárselo preso en un falso positivo.  Encarcelado en espera de una condena a nueve años su familia sufre toda clase de miserias y se sume en la desesperación.  Un abogado que asume la defensa de aquel hombre se da cuenta de la injusticia y convence al fiscal para que retire los cargos luego de sufrir un año de prisión.  El fiscal, que no se detiene ante nada para acusar a las personas, de pronto reacciona y finalmente accede.  
¿No es esto digno de un relato teatral? Nos dirán que son historias provincianas y en todo caso indignas porque no están en la globalidad, expresión que se opone a lo local que se concibe expúreo e indigno porque no está en el mercado, como antes nos decían algunos personajes con  aire  de eruditos, que relatos como la Mala hora de García Márquez no tenían universalidad y que la narración de la  masacre en la zona bananera en Cien años de soledad, tampoco tenía esa dimensión.  Este lenguaje que discrimina en nombre de una supuesta “alta cultura” ha quedado pulverizado y sus epígonos, olvidados en la oscuridad  del pensamiento liberal y del fascismo.

El teatro no surge del teatro, como la poesía no surge de la poesía.  Esta idea retomada por Antonio Gramsci del filósofo Benedetto Croce, en los  primeros años del siglo pasado y llevada a las dimensiones del “arte comprometido” que apuntala Jean-Paul Sartre, cuya fuerza se expresa en la totalidad del arte del siglo XX, en su capacidad militante, en el hecho de mezclarse con las multitudes y expresarse en medio de esa gran diversidad, donde los artistas trabajan y luchan, donde bulle el teatro por todos los escenarios imaginables e inimaginables,  los nuevos relatos surgen de la vida que vivimos, de su confrontación, del ajuste de cuentas con las ideologías, de la creación de un mundo cultural donde puedan tener lugar la formación de nuevos artistas, su aparición en un nuevo renacimiento, que sacude las mentes, que asume los cuerpos, que transforma lo que toca, que inunda el mundo con el gesto nuevo propio de los tiempos que avanzan, el actor nuevo aparece con sus relatos, ese actor va al cine, a los juicios orales, transita la calle y aprende de los hombres y las mujeres que ríen a carcajadas y se burlan de las formas, de las castas, de las iglesias, que critican todo lo que ven y escuchan, que pelean, cantan y bailan, de los que viven y se enfrentan a las atrocidades cada vez más crecientes de la sociedad capitalista y de sus regímenes o la manera como se presenten, como lobos disfrazados de ovejas o como ovejas disfrazadas de lobos.



martes, 3 de febrero de 2015

YO NO QUIERO SALIR AL PATIO

Por: José Carlos Vinasco

YO NO QUIERO SALIR AL PATIO

Yo no quiero salir al patio,                                                                     
seco y  muerto, en el  atardecer.
El  gato se esconde entre las azaleas,                                                
no iré  tras el, porque me duele
la rodilla izquierda adolescente.
 En medio de las viejas paredes,
permanezco  sentado,  
el reloj  despertador
suena a las cuatro,
en el  más oscuro rincón de la casa.
El tiempo sale como polvo
de la  ajada  cortina,
y afuera el olor a tabaco de la fábrica.
Los años son un espejismo,
el color de las paredes, un sucio recuerdo.
El árbol de limón sobrevive a los  fantasmas
y  la  tierra  se hunde sacando a la superficie
las raíces más profundas y sabias de la  noche.

22-12- 2014 Pereira