jueves, 24 de julio de 2014

LOS NUEVOS RELATOS DE LA POÉTICA CONTRA EL CAPITAL







LOS NUEVOS RELATOS DE LA POÉTICA CONTRA EL CAPITAL
Por José Carlos Vinasco
 Fuente: REVISTA juglar, año 2 número 2, Abril de 2014
En medio de la más espantosa crisis del capitalismo mundial, los artistas y las artes deambulan de un lado a otro, como agenciadores de los nuevos relatos, como voceros de los acontecimientos que irrumpen potentemente y preceden la historia.  Ese deambular ininterrumpido, ir de un lugar a otro, estar aquí y allá, es un intento creativo y libertario, de escapar de la esclavitud generada por el capital expandido  a escala mundial por la globalización que somete todo a su designio, que impone el pensamiento único y estrangula la potencia del arte en tanto aprisiona en sus infernales círculos sus productos para ponerlos tras las rejas del mercado mundial.
Sólo tienen valor, entiéndase bien, valor monetario,   los artistas y las artes que se configuran en el proceso de subsunción del trabajo en el capital, es decir, que se dejan capturar por el mando capitalista para cercenar, mellar o suprimir las potencias creadoras del arte y de los artistas y así encapsularlas dejándolas reducidas a sus formas mas tradicionales de concebirlas, los pequeños círculos, los anquilosados museos, las áreas culturales de los bancos, los auditorios, las salas oficiales de teatro, las capillas institucionales, los avinagrados grupúsculos literarios, las grotescas formas de relación contractual donde la excedencia es tan pírrica que hace imposible a los relatos artísticos hacerse parte de los procesos de liberación de la creatividad, excedencia que posibilitó el auge artístico como quizás ocurrió en la época del renacimiento italiano,  en contextos de crisis y de lucha de clases como aquellas que están operando de manera efectiva en la escena contemporánea.
En la Europa actual, donde una vez existió una luminosa ciudad llamada París y otrora al parecer una ciudad llamada Atenas, cuyos legados y memoria están a punto de desaparecer  porque devienen demasiado subversivas  frente al neoliberalismo actual, que no las soporta bajo ninguna condición, miles de actores son lanzados a la calle y con ellos innumerables músicos y artistas en general, víctimas de los recortes sociales y de los presupuestos destinados a la culturas y las artes, en especial, las escénicas,  es decir, que la manera de solventar la crisis del capitalismo contemporáneo cobra como una de sus principales víctimas, las artes y la cultura. 
Aquí se revela de manera clara, precisa y contundente la hostilidad del capitalismo al arte, pero además, la potencia de las artes contra el capital, inclusive mas allá del capitalismo, puesto que éste sistema sigue operando con sus símbolos de decadencia y muerte sobre la historia, quedando en claro que la verdadera naturaleza de la poética es la rebeldía, propiciada de manera incesante con sus relatos artísticos y con la potencia de sus actos creadores, verdadero poder constituyente, capaz de transitar por la sociedad de una manera diferente, de hacer parte de la multitud y de experimentar desde allí la irrupción de los nuevos relatos artísticos, invirtiendo el proceso de subsunción, creando resistencias, destruyendo la extensión de la fealdad generada por el Capital globalizado, que se hace evidente en el desencadenamiento de las guerras con las que se impone a la humanidad el libre mercado, los genocidios, las matanzas, las desapariciones forzadas, la tortura en las cárceles clandestinas, el terror generalizado, es decir, la presencia de todos los componentes de la acumulación  originaria descrita por Marx en el Capital, y su reproducción a gran escala,   y recuperando lo bello a partir de la incesante liberación de las fuerzas productivas del trabajo y de la potencia de cuerpos y mentes que obran en la historia, que fundan el acontecimiento, que inventan la palabra nueva y precisa. 
En Colombia, en particular nuestra región, no experimenta el lanzamiento masivo de actores a la calle ni de otra categoría de artistas, por la elemental razón que en este suelo, en esta tierra, nunca han tenido un trabajo estable y bien remunerado que pudiera llamarse digno.  Nuestros actores y artistas deambulan por Europa y Norteamérica como portadores de una poética que recorre el mundo, como hacedores de la ciudad futura que despunta como porvenir revolucionario, como inmigrantes que huyeron de las asfixiantes amarras impuestas por la maquinaria del estado y de sus partidos y de un sistema educativo subordinado al clericalismo mas abyecto, y de una tierra donde sus intelectuales abandonaron la tarea de crear un estado de cultura, dejándola en manos de la iglesia, en cuya base se encuentran todas las falencias de la vida nacional que involucra el desprecio absoluto por las artes y la cultura, que no pudieron tener en nuestra historia un destino autónomo e independiente en el marco de un estado nacional y un consecuente republicanismo democrático.
Los actores viven del rebúsque, aquí nunca hubo empleo para ellos, su trabajo artístico se forjó a golpe de sol y de agua, son la mas grande potencia creadora, vienen del pasado y se instalan en el futuro, traen la alegría de la palabra y de sus cuerpos, anuncian la ciudad futura, pueblan de poesía los espacios, generan nuevas condiciones, pintan las paredes, crean las consignas, agitan la vida cotidiana, no se encierran en los estrechos círculos, saltan, baila, danzan, colorean la vida, llevan el arte a sus espaldas y la actuación en sus rostros y en sus cuerpos, irrumpen en los frentes de lucha, aparecen con nuevas canciones, nuevos actos teatrales, sacuden el orden y la vida normal.  Saben perfectamente que no habrá solución a sus problemas, que no habrán puestos para ellos en las instituciones públicas, que no van a ser contratados como actores, músicos, muralistas o pintores salvo que obtengan la concesión dada por un gestor cultural que habrá de explotarlos y exprimirlos hasta sacarles la última gota de plusvalía.
La verdad es que prometí a mis compañeros de redacción escribir un artículo sobre William Shakespeare a quien conocí una brumosa noche Londinense hace ya algunos siglos, pero observando la realidad de los tenebrosos tiempos que vivimos, y el devenir trágico de los actores y artistas contemporáneos, decidí aguardar un poco y tal vez hasta el próximo número para contarles que este hombre no imaginó que el mercader de Venecia se iba a globalizar a tal punto que en estos tiempos dejaría de ser un veneciano para tomarse la economía mundial y que Ricardo III vive y se expresa a través de los Barak Obama, Nicolas Sarkozy, Rajoy, los Uribe, los Santos,  los que bombardearon Libia, y mataron inocentes en Irak, y que imponen su economía de mercado a sangre y fuego.  Y que además,  escribió contra el capitalismo pues a él le tocaron los inicios de la acumulación originaria y de los crímenes que se perpetraron para su expansión mundial.  Las obras de Shakespeare están volviendo a ser representadas, en Pereira, Mísero Próspero de José Sanchis Sinisterra, basado en La Tempestad, y ahora en Medellín, el grupo teatral Hora 25, con una versión de Hamlet y que se encuentra actualmente en temporada.
Esto no es gratuito, los relatos del pasado son de nuevo traídos al presente, el uno vive en el otro y lo repite siempre como tragedia y comedia al mismo tiempo, y los anhelos de transformación se han incorporado a la conciencia colectiva y hacen parte de la memoria histórica de la humanidad. imuestra que la tragedia propia de la condición (in) humana es en realidad de todos los tiempos de acuerdo a las circunstancias creadas por los hombres hacedores de la historia. Los relatos artísticos vuelven a representarse aún modificados porque ellos dicen a los hombres del futuro cual ha de ser su porvenir y lo que deben hacer para evitar el drama.a que hoy se nos arrastra, evitar la desaparición de la vida humana y la destrucción del planeta por el capitalismno depredador y la amenaza de su devastación nuclear.


jueves, 20 de marzo de 2014

GOLPE DE ESTADO EN BOGOTÁ



 GOLPE DE ESTADO EN BOGOTÁ
Por José Carlos Vinasco Gamboa

Las derechas colombianas celebran todos a una, como en Fuenteovejuna, la decisión de Santos de negarse a cumplir las medidas cautelares dictadas en favor del Alcalde Petro. De aceptar las medidas cautelares enfrentarían el referendo revocatorio y la derrota sería aplastante para ellos, saben que por esa vía el Alcalde y las mayorías bogotanas saldrían avantes, por eso había que evitar el pronunciamiento popular. El Alcalde que nombra en reemplazo de Gustavo Petro no tiene representación popular, es la única forma como pueden hacerse al poder en la capital, por el golpe de estado encubierto y en contravía de la Constitución y la jurisprudencia de la Corte Constitucional y de la Corte Interamericana de derechos humanos. 

 El espectro de las viejas castas políticas, corruptas y antidemocráticas, recorre las calles de la Capital y al Presidente se le escurre por las comisuras de los labios una salivilla de verde veneno como al sátrapa descrito por Valle Inclán en su novela, Tirano Banderas, Santos Banderas. Toman el poder sin voto popular. Se revuelcan en su pantano satisfechos de este logro expúreo y fatídico. 

No olviden esto: Cuando el jefe guerrillero Alfonso Cano ofreció la Paz, al Tirano no le tembló la mano para ordenar ejecutar su muerte. Cuando La Comisión Interamericana sobre Derechos Humanos anunció medidas cautelares a favor del Alcalde Petro, no le tembló la mano para destituírlo conforme lo decidido por el clerical Procurador en una decisión política evidente. 

 Asesinan la escasa democracia, no se detienen ante los derechos humanos, no les importa la ley y la jurisprudencia internacional, actúan por lo bajo con un nacionalismo de poca monta que reivindica al viejo régimen, a las antiguallas del 86, a sus ideologías. Han salido del viejo Estado como de un naufragio de sangre. Iniciaron su criminal escuela de asesinos desde la nefanda noche septembrina cuando intentaron asesinar al Libertador Simón Bolívar y desde entonces no paran en anegar de sangre a Colombia. De liberales a uribistas, de conservadores a santistas se regodean de alegría por este acto de audacia propio de raponeros y banqueros. Es la destrucción de la inteligencia y de la vida por el cadáver que representan.

sábado, 1 de marzo de 2014

CUANDO LAS SEMILLAS ERAN DE LA TIERRA



CUANDO LAS SEMILLAS ERAN DE LA TIERRA

Crónica teatral

Por José Carlos Vinasco gamboa

En el teatro del centro cultural de Pereira Lucy Tejada en Ciudad Victoria, se presentó el grupo de teatro FUNCAD, con la dirección de Alonso Marulanda con la obra del escritor Caldense Rafael Arango Villegas, Asistencia y camas, adaptada a la vida vecinal y urbana de Pereira durante la primera mitad del siglo XX. La obra busca plasmar el mundo rural de una época en que todo parecía abundar y estar al alcance de la mano como en aquellos viejos y dorados tiempos que rememoraba Don Quijote en su prédica ante los pastores.
Rafael Arango Villegas, novelista y cronista de la vida popular y campesina del viejo Caldas es representado ante un nutrido público presente en la sala.  El medio rural y urbano aparecen en escena, la fonda, el parque de Bolívar y la galería de la ciudad, lugares donde  la trama de la obra se desenvuelve alrededor de una mujer que representa la campesina de nuestras veredas y su vida ligada a las formas propias de la producción y la distribución de los frutos de su trabajo.   Los personajes emergen del público y van poblando el escenario, va apareciendo el mercado campesino que nos evoca imágenes de las obras de Dickens, siempre tan populares y llenas de color, como estampas de un tiempo perdido, esas relaciones resultantes de las formas de producción y del trabajo, del intercambio propio de la vida social, crea una atmósfera idílica donde tienen lugar las situaciones que envuelven la trama alrededor de la vida de Petra, la protagonista de la obra. Era la época en que las semillas pertenecían a la tierra.  La historia, decía Marx, suele repetirse, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. La antigua galería de Pereira desapareció para dar lugar a los edificios que hoy configuran la ciudad.  La obra que se representa es un eco lejano de las voces fantasmales de aquellos hombres y mujeres que se reunían a intercambiar los productos fruto de su trabajo, y a conversar acerca de sus penas y sus duras jornadas. Aquí donde estuvo la antigua galería y donde se levantan estas moles existe un mundo ya perdido para las generaciones actuales, un mundo cuya memoria se quiere borrar, porque el mundo rural para la Pereira actual parece anacrónico e indigno. Ese mundo debía ser destruido, y lo fue efectivamente, a sangre y fuego, por una burguesía que se apoderó, poco a poco, pero a mansalva y sobre seguro, de los terrenos más importantes a efecto de realizar sus inversiones y abrirle camino al libre mercado. Ese mundo idílico de Rafael Arango Villegas, con toda su crítica costumbrista, llena de humor y saturada de vida rural no tenía cabida en la mentalidad de la arribista clase burguesa de la ciudad quien se dedicaba a capturar todos los espacios para ponerlos a su servicio, desde lo público a lo privado, desde lo real a lo irreal. La obra nos rememora todo lo que fue aquella vida, con sus dolores, angustias, penas y sufrimientos, alegrías y satisfacciones, amores y desamores cotidianos, la pelea callejera, los gritos, las risas y los afectos del día con sus besos y sus abrazos; en el mercado, en la descripción de la cultura alimentaria, y de ahí a la escena del parque que nos recuerda la infancia ya ida, donde los niños jugaban, se retrataban con  la familia y degustaban los dulces de algodón que los vendedores ambulantes ofrecían al público. Todos estos personajes llegan a la escena como recién  salidos de la vereda, hablan como campesinos y se expresan como ellos, en su lenguaje, en su discurso, en sus manifestaciones elementales. Y esto es lo que gusta al público. Los ancestros rurales están vivos, almacenados en la memoria, bullen en el interior de cada uno, por eso el público goza y se identifica con los personajes, porque los de propios, porque lo siente como parte de una historia que aún no ha culminado. El tinto, la fonda, el pandequeso, subyace en el inconsciente colectivo, en el imaginario que es realidad viva de la historia popular y de la vida cotidiana de las mayorías. El público ha visto en el pasado su presente, en medio de la multitud están sus abuelos, los que lucharon, los que hicieron historia. La obra se presenta además en el contexto de un paro agrario de carácter nacional, lo que significa que los problemas del campo están allí tan vivos como nunca, tan irresolubles como siempre y tan presentes como la lucha misma. En la obra están los ecos de un mundo idílico, de una vida añorada, afuera están los gritos de protesta que emanan de la realidad que se hace cada vez más insoportable, que trae los problemas del pasado, que tiene las heridas de la desaparición de un mundo a sangre y fuego y que no cesa de herir al presente con la sangre derramada. El teatro cumple su función, el público llena por completo toda la sala, esto significa que hay público para el teatro y que hay teatro para el público.,


SOPINGA, AL CRUCE DE DOS RIOS




SOPINGA AL CRUCE DE DOS RÍOS

Por José Carlos Vinasco Gamboa
 Fuente; revista Juglar, número uno. 
Acerca de la adaptación al teatro de la novela Risaralda.
Crónica teatral
En el teatro municipal, Santiago Londoño, tuvo lugar el más importante evento teatral de la ciudad, al menos así fue publicitado por los medios, en el marco de la celebración del sesquicentenario, al que se llamó Risaralda Musical, basada en la novela del escritor caldense Bernardo arias Trujillo, Risaralda, y la dirección del actor Germán Jaramillo, quien inicialmente presentó el proyecto a la gobernación del Risaralda, contando con su patrocinio, en asocio con el Instituto Municipal de Cultura y Fomento al Turismo, el Teatro nacional y la compañía de Teatro de Nueva York del citado director. El señor Jaramillo con sus asistentes acometieron el trabajo y empezaron  por vincular actores provenientes de las comunidades de la región, Zarzal, Cartago, la Virginia y Pereira, para lo cual contaban con recursos, que entre nosotros siempre acaban por escasear, aunque los actores naturales son una moda que justifica el presupuesto.  La novela, escrita a mediados de la década de los años 30, nos va a relatar la historia de Sopinga, en el lugar donde se había configurado una pequeña aldea, en realidad el palenque que sus habitantes llamaban Nigricia, nombres que le dieran los afro descendientes que huían de la esclavitud y llamada luego La Virginia por los blancos que usurparon sus tierras. La trama nos muestra la lucha de las comunidades afro por liberarse de la esclavitud a la que fueron sometidos en las haciendas señoriales vallecaucanas y que a través del río Cauca llegan al punto en el cual éste se cruza con el río Risaralda,  el río que corre hacia atrás, en contravía, rebelde y libertario, en el cruce con el Cauca donde desemboca, y en el cual fundan Sopinga. En la novela de Arias Trujillo la historia de Sopinga se cuenta desde abajo, es narrada por los esclavos, el personaje central es la negra Pacha Durán y su hija, la niña Canchéla, quien a la postre será protagonista de una historia de amor diferente a la narrada por Jorge Isaac en María, novela donde se expresa el esclavista, el amo de la hacienda, en un trasfondo de negros que parecen vivir felices bajo el yugo del opresor y aceptan su condición de esclavos, siendo la hacienda señorial el escenario de una romántica historia de amor entre dos blancos, Efraín y María, en un contexto de negros, magistralmente descritos en sus  fiestas y costumbres; en Sopinga en cambio, son los que huyen de las haciendas señoriales, los que vienen por el río Cauca liberados a construir su palenque, su ciudad, su historia. La trama de amor que tiene lugar en Sopinga, es entre una negra, la bella hija de Pacha Durán y Juan Manuel, un vaquero que llega al lugar cuando los colonizadores blancos llegados por el río en un barco, se instalan y toman las riendas del poder, dando inicio a la acumulación originaria del capital, sometiendo de nuevo a la población afro descendiente a condiciones de esclavitud y sojuzgamiento peores que aquellos que tenían en las antiguas haciendas vallecaucanas. El blanco impone la sociedad patriarcal, el servilismo, y los afro descendientes luchan por mantener las raíces de su cultura, resisten el avasallamiento y se enfrentan a la Iglesia, a la autoridad y a la ley. Representar esto no es fácil. La obra de Bernardo Arias Trujillo está cargada de poesía, cada palabra es poética, y  todo apunta en ella a su tragedia, como en el teatro de Shakespeare, ningún personaje es aislado, todo lo que se narra u vive en ella de esta historia, nada es casual o arbitrario, es el conjunto, lo colectivo, la alegría de los negros, la música y el baile, la resistencia y la lucha lo que lo caracteriza y cada personaje, cada palabra y todos los actos están saturados de poesía, y el esfuerzo por representar humanamente la obra de Arias Trujillo, no significa que haya sido bien representada.  En la novela nada es inútil. Todo está allí para la historia, no se limita al personaje y la tragedia, va mas allá, la tragedia de los negros es la tragedia de la niña Canchela y la muerte de Juan Manuel es la muerte de la sociedad que se impone y debe ser destruída.  Nada de esto llega al público.  Las dimensiones poéticas no afloran, y a pesar de no lograrlo algo inquietante se filtra, se expresa, se hace evidente. Todo está en el contexto, en las contradicciones, en la presencia de la multitud, en los contrastes, es el canto del negro y su relación con la naturaleza, con lo vivo y con lo muerto, esto que surge y se evidencia es a pesar de, y no porque la poesía haya sido plenamente plasmada, es por la innegable condición humana, por la tragedia de sus luchas y por el sentido de libertad que la entraña. La puesta en escena a veces tiene la monotonía de su director pero la salvan los jóvenes muchachos y muchachas que actúan en ella y que provienen de los barrios populares y sectores rurales de nuestra amplia comunidad. El director ha prevenido la crítica argumentando que los actores están en un proceso de formación y una mezcla con actores profesionales la blindan al sentido crítico de la mirada del inquieto espectador que todavía cree en el teatro y se acomoda en la sillas para observarlo. Pero nada escapa a la lupa despiadada de la poesía.  La música no suple las falencias de la dirección, Al contrario, las revela.  Esto me lleva a una reflexión sobre la relación música-teatro y a una actualización de los conceptos brechtianos que no son fáciles de asimilar, pero dejan grandes lecciones al momento de pretender realizar una obra musical.  Me basta señalar que el lenguaje teatral como específicamente artístico integra la música a su designio de tal manera que la misma no deviene autónoma, circunstancial o dominante, no se hacen separados y distintos, la música entra al teatro en la dimensión gestual, se hace parte de su poesía, de tal suerte que si el público aplaude la música como algo independiente de la tragedia de los personajes, es un indicio que vamos en el peor de los caminos, o si el público toma aparte las canciones o las melodías sin conectarlas con la tragedia, debemos preocuparnos.
El Domingo 25 de agosto, en horas de la noche tuvo lugar un ensayo público de la obra, allí estuvimos y vimos llegar innumerables personas, ávidos de teatro, obreros, empleados, jóvenes estudiantes sectores populares, familiares de los actores, todos ellos colmaron la sala del teatro, no pagaron un peso porque el ensayo era gratuito, que resultó incluso mejor que la presentación oficial el martes 27 de agosto ante un público selecto que pagó 30.000 pesos por el ingreso a la sala pero escasamente colmó parte de ella, sin pena ni gloria. Allí vimos entrar a los descendientes de los blancos usurpadores, a las mediocres autoridades locales, incultas y satisfechass de sí mismas, personajes que no buscan el teatro como diversión y conocimiento si no para vanagloriarse o buscar popularidad,, este segundo público, el de la hora de los hornos, pasó tristemente, por el teatro Santiago Londoño y el recuerdo de lo que pasó en la escena quedará sólo para el ensayo de primera hora, el de la gratuidad, el de los actores populares que superaron a los profesionales y las intensiones de un director pequeñoburgués que no prosperaron pero que quedaron evidenciadas en el extremo de  la tragedia que vive el teatro ante la máscara hipócrita del enfoque burgués con su asqueante mundo intelectual y moral.

Medio siglo de historia con rosro de juglar



La Revista Juglar es una publicación especializada en teatro y artes. Su primer número fue dedicado a la memoria de Antonieta Mercuri.  El artículo que a continuación se publica apareció como editorial de la Revista sin que fuera elaborado para ese fin.  A dos años de fallecida los homenajes en su memoria no cesan de realizarse por quienes fuimos sus alumnos y admiradores.  El teratro vuelve a la escena con el poder propio de una fuerza constituyente.

 

MEDIO SIGLO DE HISTORIA CON ROSTRO DE JUGLAR

Por  J. Carlos Vinasco  Gamboa
Hace algún tiempo obtuve un ejemplar del libro Historia del teatro en Colombia del escritor Fernando González cajiao, ya fallecido, autor, entre otras piezas teatrales, de El Globo, puesta en escena junto a En algún lugar es de noche, de Ignacio Gómez Dávila, y presentadas en el año de 1968, en el primer festival nacional de teatro universitario, en el Teatro Municipal de Cali y que hoy lleva el nombre de Enrique Buenaventura, por el grupo de teatro del Instituto de bellas Artes de la Universidad tecnológica de Pereira, bajo la dirección de Antonieta Mercury.  Una notable presentación de la obra de González Cajiao terminó con una lluvia de huevos sobre el escenario.  Llevar huevos para arrojarlos al final de la obra era algo evidentemente premeditado. Este acto inusual nada tenía que ver con el grupo de teatro, ni con los actores, menos aún con Antonieta Mercury; sabemos que eran conflictos externos que relacionaban al autor de la obra a quien se quería demeritar sin que hasta hoy, después de tantos años, haya podido saber con certeza el origen de semejante despropósito.  Los actores salieron airosos pues ninguno de los huevos reventó en sus caras pero atrás se escuchaban los gritos de los exaltados contra la obra teatral.  Luego se dijo que entre tales se encontraba el joven intelectual, estudiante de la Universidad Santiago de Cali, Ricardo Sánchez Ángel, a la cabeza de un grupo nadaísta enemigo del autor de la obra González Cajiao.  Años después pregunté al brillante activista y luego filósofo  acerca de la veracidad de su participación en los hechos y lo negó rotundamente al igual que entonces hubiera sido nadaísta. Y aclaro esto por razones de verdad y de justicia.  Fue en 1968 que conocí a Fernando González Cajiao y no volví a verle.  En los años 90 del siglo pasado obtuve el ejemplar sobre la historia del Teatro en Colombia. Primero lo hojee y luego lo leí.   Descubrí entonces algo que me dejo pasmado, como si hubieran arrojado de nuevo huevos sobre nuestra cabeza.  El autor desconocía la trayectoria teatral de nuestra región, la desconocía no en el sentido que no la conociera sino en el sentido que la negaba, pero no la negaba en el sentido que la rechazara bajo móviles críticos sino que la silenciaba.  Para el autor nunca en Pereira se realizó el montaje de su obra, nunca existió el teatro universitario y ningún otro teatro o corriente distinta y menos aún reconoció valor alguno a Antonieta Mercuri.  En otras palabras, no existimos para la historia del teatro en Colombia de Fernando González Cajiao.  Pero una injusticia no equivale a una verdad.  También el fascismo universitario y las castas locales tenían el propósito de desaparecer de la memoria histórica y cultural de la ciudad el gran teatro que aquí se hizo, a tal punto que las nuevas generaciones se han hecho a la idea que el teatro en Pereira comenzó con ellos, que detrás nada existió y si existió no vale la pena pues todo lo de aquellos tiempos ya esta pasado de moda, este es el modo de pensar de los enterradores.
El escenario teatral se pobló entonces de los prodigios que eran capaces de realizar grandes talentos como el de Antonieta Mercuri.  pereirana, descendiente de padre italiano obtuvo el premio nacional a la mejor actriz de teatro en 1964, dejando a la vera a Fanny Mickey, lo que le valió una beca para estudiar en Italia para luego regresar a Pereira en 1968 e iniciar un proceso destinado a transformar por completo la historia cultural de la ciudad.  Tennessee Williams, Antón Chejov, Bertolt Brecht, Jairo Aníbal Niño, Fernando Arrabal, Ionesco, etc, todo esto creó el ambiente propicio para la irrupción de grupos y corrientes artísticas que rápidamente se difundieron sentando un precedente sin antecedentes en nuestra ciudad.  Antonieta, Toñita, como la llamábamos cariñosamente, estaba en la vanguardia del arte.  Entonces, se le ocurrió la gran idea de llevar al escenario teatral al propio García Márquez.  Primero fue el Coronel no tiene quien le escriba.  Primer montaje teatral de esta novela corta en el mundo.  Con los años me encontré a un compañero de colegio que se había marchado de la ciudad a recorrer el mundo y quien estuvo presente en el estreno de la obra, era el año de 1970, en el teatro del Colegio de los sagrados Corazones, por la avenida 30 de agosto, donde se habían representado obras de enrique Buenaventura, como Los Papeles del Infierno, y 6 horas en la vida de Frank Kulak, en esta última actuó Andrés Caicedo a quien entonces conocí en Pereira y departimos un rato antes de la presentación en compañía de Fernando Marín; pero voliviendo a nuestra historia, aquel amigo de colegio con quien me encontré años después, me dijo que había visto teatro en todas partes del mundo donde había ido, esa fascinación por el teatro nació aquí, y luego me miró fijamente a los ojos y dijo, pero munca vi nada semejante al  Coronel no tiene quien le escriba.  Antonieta Mercuri logra este milagro.  Yo interpreté al Coronel, Fernando Marín como narrador, la asmática esposa del coronel interpretada por una joven universitaria cuyo nombre olvido en este momento, pero que actuó magistralmente en otras obras, y en el elenco, Omaira Vera, Hernán acuña, hoy escenógrafo del teatro de Alicia Kaplan en la ciudad de Nueva York, Carolina Cataño, gran actriz que interpretó a teresa carrara en los Fusiles de la Madre carrara, entre otros y otras,, participaron de este excepcional montaje.  Luego vendrían otras obras del gran escritor que Antonieta adaptaba al teatro como El Otoño del Patriarca y tantas otras, como el episodio de la masacre de las bananeras en el montaje de Bananeras, donde realiza plenamente su visión brechtiana del teatro épico, y otros actores y actrices inolvidables, pero yo ya no estaba allí y esta parte de la historia que debe completarse, nos la contarán Lilian Salazar, Martha Montes, Luz Deifilia Sánchez, Rreina, para todos los tiempos. Y tantos otros.
Cuando volví había una gran agitación en la ciudad y Antonieta con su teatro estaba en la huelga estudiantil y obrera, en la toma de la fábrica, en la lucha callejera hasta que llegó la hora de la partida.  Así como la burguesía desmontó las fábricas para expulsar a la clase obrera, la universidad expulso a Antonieta para desmontar el teatro,su historia, sus luchas.  Ya sin teatro, quedamos como los obreros fuera de las fábricas, los obreros se dispersaron como nómadas por la sociedad, nosotros retornamos al juglar y donde quiera que vamos somos ese juglar y como lo dijo Merardo aristizabal, somos Toña, deambulando por el mundo, con el teatro a cuestas.