Juan
Márquez tiene 17 años, nació el 24 de agosto de 1998. Reside en Pereira hace 6 años. Es estudiante de grado 10 de
bachillerato. Ha estudiado en los
colegios Carlota Sánchez, María dolorosa, Gimnasio Risaralda, etc. Ganador de
mención especial en el salón vismio de artes escolares 2015 con el proyecto
espacios Minúsculos.
Trabaja en proyectos teatrales y con alumnos de su colegio organizó el montaje de La Maestra, del dramaturgo colombiano Enrique Buenaventura. Actualmente trabaja en la adaptación teatral de textos del escritor Andrés caicedo.
A su corta edad se revela como uno de los mejores representantes de las juventudes colombianas en el campo de las artes y la literatura. Un muchacho sencillo que lleva en su mochila los versos que hablan a nuestro tiempo desde una Colombia desconocida y profunda.
Habitación
Pedazos
de su vestido que aún flotan en la habitación,
Estropean
las paredes,
Pinceles
que dibujan nuestras horribles soledades,
Cartas
esparcidas que impregnan el suelo de letras
nocturnas.
Se
hace imposible respirar,
Solo
hacerlo causa náuseas.
La
habitación respira ilusiones hipócritas de otros tiempos.
Huele
a abandono, a inhabitación,
Las
sábanas conservan manchas de su sangre antes inocente.
En
esta casa…
En
esta habitación…
Yace
el último vestigio del inmortal cadáver de su recuerdo
Pablo Neruda
Calles
que me recorren,
Ojos
que me miran y se marean.
Él
corre, persigue y es perseguido por causas imposibles,
Él
encarna una lucha, todas las luchas,
Él
encarna la libertad, la infinita libertad,
Él,
con sus noches estrelladas,
Tapizadas
de ausencia,
De
sufrimiento,
De
muertes…
Demuestra
que la esperanza es inmortal,
Y
que la mayor satisfacción es verla en los ojos
de los olvidados.
de los olvidados.
Las
palabras no deben ahogarse en nuestros mares.
Imprecisión
Titilante
obsesión,
Dantescas
escenografías,
Proféticas
del desastre
Escenografías
perturbadoras.
Ciudades
que caminan sus propias calles
Y se
pierden
Y no
se buscan...
Pero
se encuentran
En
un solitario espectador,
Imperturbable,
Perplejo.
Sangre,
Ha
volado en él,
Sangre
propia,
Derramada
por otro…
U
otros…
O
todos…
En
sus ojos,
Absortos,
Ve
la muerte,
Su
muerte,
La
de otros,
La
de todos.
Las
vidas flotan en la ciudad,
Ven
sus muertes, ven sus vidas,
Pero
nunca ven con claridad
Ausencia
Implacable,
La
detestable noche,
Se
le pierde,
Cansos
de esperar,
Como
fuente de parque
Dado
a cita constante con la lluvia.
Aquellos
insomnios,
Eufóricos
de olvido,
Su
selva profunda,
Su
selva de miradas,
Miradas,
miradas…
Brillan,
ocultan, lloran, ríen,
Hieren,
maldicen, saltan y recuerdan…
Extrañas
esa soledad,
Esa
imprecisión,
Esos
pasos que gritan en la oscuridad.
¿Quién anda ahí?
Una
vez,
Un
hombre,
O un
chico tal vez…
O lo
que sea!
Con
tanto ruido alrededor,
Que
sus ojos se volvían pequeños,
Tantas
huellas,
Que
sus labios lloraban.
Trataba
de recordar algo que nunca olvidó
Pero
que inexplicablemente flotaba,
Sujeto
a sus ojos con agujas,
Y
acordándose de quién era,
Desplegó
sus alas para nadar,
Y
cayó del árbol,
En
una celda.
Llovían pájaros que reían.
Recuerdos Borrosos
Mañanas de colegio,
En
las que el sol,
Nos
introduce en un profundo letargo,
Que
confunde los límites de nuestros sentimientos.
Mañanas
de ensueño,
De
uniforme,
De
miradas disimuladas,
Mañanas
de escaparse de clase,
De
perder el año solo por su compañía.
Sentados
mirando el vacío,
Y
maldiciendo el tiempo,
Maldiciendo
todo lo de afuera.
Mañanas
de recorrer miradas y piernas,
De
recorrernos bajo el sol,
De
que el sol nos recorra
Y de
odiar el timbre que suena y anuncia nuestra ausencia.
Ilusión
Camino
hacia mi casa,
Me
desvió
Por
la ruta innecesaria,
Pero
para mí indispensable.
Camino su calle,
Miro
su casa,
Miro
su ventana
Vacía.
Así
todos los días,
Hasta
que uno de tantos,
uno cualquiera,
miro su corazón,
uno cualquiera,
miro su corazón,
Y
está vacío.
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